Vistas de página en total

jueves, 27 de febrero de 2025

Venezuela ante su destino

Lo que escribo a continuación tan sólo es una tesis personal, compartida con otros compañeros y amigos.

Si Rusia y EE.UU. estuvieran negociando un intercambio de áreas de influencia, como Ucrania y Venezuela, las perspectivas dependerían de múltiples factores, tanto geopolíticos como internos en cada país involucrado.

Perspectivas geopolíticas

1. Resistencia de las potencias regionales: Ucrania y Venezuela no son simples peones en un tablero de ajedrez. Ucrania ha mostrado una fuerte resistencia contra Rusia, y cualquier acuerdo que implique ceder soberanía a Moscú podría generar una reacción negativa en su población y liderazgo. En el caso de Venezuela, aunque el gobierno de Maduro tiene vínculos estrechos con Rusia, una negociación de este tipo podría generar oposición interna e incluso inestabilidad.


2. Credibilidad de EE.UU. y Rusia: Un acuerdo así podría dañar la credibilidad de EE.UU. entre sus aliados europeos, que han invertido en apoyar a Ucrania, y también en América Latina, donde podría interpretarse como un abandono de los principios democráticos en favor de una realpolitik extrema. Para Rusia, aceptar que EE.UU. tenga mayor injerencia en Venezuela podría ser visto como una concesión peligrosa dentro de su estrategia de expandir su influencia en el hemisferio occidental.


3. Reacciones de la OTAN y China: La OTAN podría oponerse fuertemente a cualquier concesión que beneficie a Rusia en Ucrania, ya que esto afectaría directamente la seguridad europea. Por otro lado, China tiene intereses estratégicos en Venezuela, sobre todo en términos de petróleo y geopolítica, por lo que podría rechazar cualquier movimiento que beneficie a EE.UU. en la región.



Perspectivas económicas y estratégicas

1. Recursos naturales: Ucrania es clave para la seguridad alimentaria y energética de Europa, mientras que Venezuela posee una de las mayores reservas de petróleo del mundo. Cualquier acuerdo que modifique las estructuras de poder en estos países tendría un impacto significativo en los mercados energéticos y económicos globales.


2. Sanciones y reconstrucción: Para que EE.UU. y Rusia lleguen a un acuerdo de este tipo, tendrían que discutir la flexibilización de sanciones, tanto sobre Venezuela como sobre Rusia. Esto podría significar un alivio económico para ambas partes, pero también riesgos de perder influencia si el otro incumple el acuerdo.


3. Viabilidad a largo plazo: Un pacto así tendría problemas de implementación. ¿Cómo garantizarían EE.UU. y Rusia que la otra parte cumpla con el acuerdo? ¿Cómo reaccionarían las poblaciones de Ucrania y Venezuela si sienten que están siendo "intercambiadas" sin su consentimiento?

Aunque en teoría un intercambio de áreas de influencia podría parecer una solución pragmática para evitar conflictos prolongados, en la práctica sería difícil de implementar sin generar resistencia interna en los países afectados y sin provocar repercusiones internacionales. Además, la historia ha demostrado que este tipo de acuerdos no garantizan estabilidad a largo plazo, sino que pueden crear resentimientos y conflictos futuros.

En el caso de Venezuela, uno de los mayores obstáculos para cualquier tipo de transición política real es la existencia de una oposición controlada o "falsa oposición", que ha sido reconocida internacionalmente pero que, en la práctica, ha servido para legitimar al régimen de Chávez y Maduro en vez de desafiarlo realmente.

El rol de la falsa oposición

1. Legitimación del régimen: A través de diálogos y negociaciones sin resultados concretos, la falsa oposición ha ayudado a proyectar una imagen de pluralismo político, cuando en realidad solo ha facilitado la permanencia del chavismo en el poder.


2. Participación en elecciones sin garantías: Al aceptar participar en procesos electorales manipulados, esta oposición ha permitido que el régimen obtenga una fachada democrática, incluso cuando las condiciones electorales no han sido justas ni transparentes.


3. Beneficios económicos y políticos: Muchos de los líderes de esta falsa oposición han mantenido acceso a ciertos privilegios dentro del sistema, lo que les ha dado incentivos para negociar sin realmente buscar un cambio estructural.



Implicaciones en un posible acuerdo EE.UU.-Rusia

Si EE.UU. llegara a un acuerdo con Rusia para cambiar su enfoque en Venezuela a cambio de concesiones en Ucrania, la falsa oposición jugaría un papel clave en la transición. Podría ser utilizada para darle un barniz de legitimidad a cualquier nuevo arreglo sin realmente alterar la estructura de poder del chavismo.

Esto significaría que, aunque en la superficie el régimen podría hacer algunas concesiones (quizás permitiendo elecciones con algo más de apertura o negociando ciertas reformas económicas), en el fondo el control político seguiría en manos del mismo grupo.

Para que un acuerdo internacional sobre Venezuela tenga un impacto real, no bastaría con un cambio en la relación entre EE.UU. y Rusia. También sería necesario desmontar la estructura de la falsa oposición y permitir una verdadera representación de las fuerzas que realmente buscan una transformación política y económica en el país. De lo contrario, cualquier pacto solo reforzaría el status quo.

El chavismo descontento no representa una opción real para el futuro de Venezuela, porque sigue atado a la ideología y estructura que permitió la llegada de Maduro. Muchos de esos sectores que hoy están descontentos no rechazan el sistema en sí, sino la forma en que Maduro lo ha gestionado. En otras palabras, su problema no es el chavismo, sino el "madurismo".

Si llegaran al poder, buscarían restaurar el modelo chavista original, lo que mantendría intactas las bases del Estado rentista, el autoritarismo institucional y el control sobre la economía. En esencia, no representarían un cambio real, sino un regreso a una versión "más eficiente" del mismo sistema que destruyó al país.

Alternativa real para Venezuela

Si el chavismo descontento no es una opción, entonces la solución pasa por la deschavización total del Estado y la sociedad, lo cual es un desafío enorme pero necesario.

1. Construir una oposición auténtica y con poder real

Exponer y desplazar a la falsa oposición que ha colaborado con el régimen.

Generar un liderazgo con visión clara, que no busque pactos con el chavismo sino su reemplazo total.


2. Desmontar el sistema chavista desde la raíz

Reforma constitucional: Eliminar la estructura legal que sostiene el modelo chavista.

Depuración institucional: Limpiar el poder judicial, el CNE y demás organismos secuestrados por el régimen.

Cambio del modelo económico: Pasar de un sistema estatista y clientelar a una economía de mercado con apertura real.

Restablecer el estado de derecho: No solo se trata de cambiar al gobierno, sino de reconstruir un sistema donde las leyes se respeten y no dependan del poder de turno.


3. Asegurar una transición sin chavistas en el poder

Cualquier transición debe garantizar que el chavismo, en cualquiera de sus formas, no tenga influencia en el futuro del país.

Evitar acuerdos que permitan que sectores del chavismo descontento participen en la nueva estructura de poder bajo la excusa de la "reconciliación nacional".

Desmontar la propaganda chavista en la educación, los medios y la cultura.


Conclusión

El chavismo descontento no es la solución porque sigue siendo chavismo. La única salida real es una ruptura completa con ese modelo, lo cual implica desplazar tanto a Maduro como a los sectores que quieren restaurar el chavismo "original". Esto no se logra con negociaciones de élites, sino con una movilización de fuerzas que realmente representen un cambio estructural.

Es difícil, pero si se quiere un futuro real para Venezuela, es lo único que hay que hacer.

Jorge Rojas Riera 
25/02/2025